Surrealismo si lo hay en este twenty five. Paradógico. Tiene una góndola de desodorantes al alcance de la mano y la palabra jabón parece que no existe en el idioma chino cantonés.
Los pasillos, las góndolas, inundadas con la afrenta de sobaco sin ilustrar y de la ausencia de barios bañazos.
Uno al salir a la acera, cree que va a respirar aliviado, pero hasta casi al llegar a la 27 el tufo barandoso persigue. Cruzo la calle y la brisa del sur oeste trae el suve pero persistente perfume del frigorífico.
Mientras tanto, transcurre una nueva hora en este pueblo donde todos estan sospechados de "hakers".
Otro capítulo comienza.
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