El sábado pasado , en un nuevo intento de debilitar la toldería del cacique raninqueo, sus viejos acólitos y nunca menos aliados k, perpetraron otro intentona, trayendo a la ciudad un camión, mal llamado de precios cuidados. La politiquería barata como en la anterior impronta de instalar casillas en un lugar perteneciente al municipio, me refiero al predio del ferrocarril. Allá la gente desalojada, allá las topadoras del municipio, como símbolo del monopolio de la fuerza. Nuevamente los politiqueros tomaron como rehenes a la gente, con las necesidades naturales de comprar y conseguir alimentos mas baratos. ¿Y quien no?
Lo repudiable, execrable, es ampararse en maniobras mas viejas que las putas de utilizar al pueblo como vehículo de conflicto.
Entonces el cacique ralinqueo mandó a su indiada, con camioneta celeste, patrullero y los inspectores para inspeccionar lo lo que otras veces no se inspeccionaba, a buscarle el pelito, la papeleta, con el frío de los pilatos de escritorio, a sacrificarlos, dispuesto al combate.
Transmitido en directo por las redes sociales, manipulado, agitaron a la gran cantidad de gente presente por las redes, pues con la consigna que "el hambre no espera" se restregaron a la maniobra que podía causar una esperial de violencia, cosa que al Dr Ralinqueo no le convenía y que sus opositores entienden bien claro que lo acorralaban por primera vez. Y los nuevos vencedores de esta segunda batalla, también agitaron a la gente presente que cada vez era mas numerosa, logrando torcerle el brazo al malón ralinqueísta y terminaron deponiendo su actitud clara de clausura y decomiso de los alimentos.
La segunda batalla concluida. Punto para el inefable populista Kurt Rojas, que ha dejado a su viejo partener como el malo de la película.
Populismo barato, ya que un camioncito con mercadería barata, no soluciona nada, al contrario, termina perjudicando a muchos comerciantes locales. La idea no era brindar un servicio, sino manipular gente. Como al burro que le ponen una zanahoria adelante para que corra. Si hubieran querido ayudar a la gente en realidad, hubieran agarrado 10 o doce almacenes de barrio, les hubieran traído las mercaderías a ellos bien baratas, la plata quedaba en el pueblo, no habría problema y nadie chillaba.
Todavía no han llegado al punto de no retorno, pero andan ahí, cerquita, no tan lejos.
Mientras tanto, el flaco Torre, agradece al cielo, a la virgen y al santo de los pichichos, que la ambición de esta pelea por el poder y la repartija de plata, los divida y directa ó indirectamente le hagan la campaña sin haber gastado por el momento una moneda.
salute la barra!
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