Mientras el papa anuncia la cumbre sobre abusos sexuales en el vaticano, muchos curas condenados por abusos sexuales siguen con su sotana. Es como rasgarse las vestiduras, generar humo a gran escala para tapar por un tiempo la realidad de ministros de la iglesia "manos largas".
Y Grassi, un psicópata y pedófilo comprobado por via judicial, con sentencia firme, sigue diciendo la misa en la cárcel.
Amodeo, el demonio de la carne y la lujuria, sigue haciendo de la iglesia católica su templo de adoración y no hay quien lo pare.
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