La sinrazón quiere tener razón y se arma el contubernio. Igual este, que nunca aprendemos más y siempre existirá un inútil sin falta de razón ciego por el poder temporal.
Aquí llegamos, donde entre dimes y diretes dieron setecientas un vueltas para aprobar la edificación de nuestro primer edificio de cuatro pisos, inversión del vecino Tironi. Que los planos, que la aprobación de obra, que esto, que lo otro, que la mar en bote, que apruebe la obra el concejo deliberante, que se lavaron las manos como Poncio Pilato y revolearon el expediente como una brasa caliente, para luego, tras la presión de la opinión pública, el intendente, en un acto de demagogia pura, firmó un decreto aprobando de manera excepcional y única el permiso de construcción.
La razón de la sinrazón. ¿Tantas vueltas para eso?
Sin embargo la otra cara de esta moneda de la infamia, un comercio chino pidió una habilitación de un negocio de mas de 400 mts cuadrados de superficie y se lo otorgaron en un tiempo que podemos calificarlo de "supersónico". Así estamos.
¿Anduvo la reputada Madamme Lacoimé haciendo trámites?
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