Un cuento de Alfredo Chiessa. Escritor.
Señor director del excelentisimo blog los imbeciles de siempre.
Había terminado con el período de la llamada "colimba", que todo varón debía cumplir en aquellos ya lejanos años, para bien o para mal, ya que la Ley lo estipulaba.
Estaba un poco desorientado como todo joven que no sabe qué hará de su vida. Terminaba una etapa y empezaba otra, llena de interrogantes. Lo que tenía como futuro inmediato era la posibilidad de ingresar en la sucursal 25 de Mayo del Banco de la Nación Argentina, para "labrarme un futuro", como decíamos. La juventud tenía más posibilidades de trabajo, la desocupación era relativamente baja estadísticamente hablando y retumbaba en mis oídos la famosa frase de los conservadores: "aquí no trabaja el que no quiere", "la juventud es muy vaga" y disparates parecidos (hay que tener en cuenta que 25 de Mayo siempre fue un pueblo muy conservador dominado por un pequeño grupo de familias).
Finalmente me llegó el esperado telegrama para que me presentara a revisación médica y poder ingresar como auxiliar de la tan mentada institución madre de los bancos argentinos. Cumplimentados los trámites, por fin empecé a trabajar sin abandonar los estudios de Derecho, que daba en forma libre.
Las instituciones en aquella época tenían un aire de pesadez, seriedad, solemnidad. Por lo pronto nadie se podía presentar a trabajar sin saco y corbata que eran de rigor, nada de pelo largo. Las mujeres no eran bancarias, iban al banco del otro lado del mostrador y cuando tenían que realizar algún trámite y se trataba de alguna chica que estaba "para el crimen", como se decía en esos años, alguien exclamaba "Urquiza" y todos los bancarios la desnudaban con su mirada!
Se entraba a eso de las 10 de la mañana y al mediodía se servía café y algunas facturas, cosa de ayudar a deteriorar nuestro hígado que dados los pocos años resistía: café, asados, corderos, lechones y otras delicias gastronómicas: la hepatitis era "para los viejos", al igual que las intoxicaciones u otras enfermedades raras.
La atención al público era primordial y el Contador no nos sacaba la mirada de encima para que la gente fuera correctamente atendida. ¡Nada que ver con los tiempos que corren! Ahora un empleado de banco puede ver que el cliente se trajo el colchón para pasar el día entre las venerables paredes para hacer un depósito y ni se molesta en levantarse de su silla o dejar de tomar su cafecito recién traído de "Carvimar". Me mataba la rutina, la poca imaginación, el saber que estaba todo previsto, que pasare lo que pasare, nada cambiaría...
Un día, un suceso inesperado dio motivo para que me decidiera luego de 2 años a dejar el banco. El Contador era una persona bastante desagradable (en verdad la mayoría de los jefes de una manera u otra lo son), pero aquel hombre se llevaba el premio si se presentaba a un concurso de desagradables. Era chinchudo, protestaba por cualquier cosa, todo le molestaba, pero evidentemente estaba dedicado a su trabajo y a velar para que todo funcionara a reloj; todo estaba medido, calculado, nada de improvisaciones, ir por el caminito ya carpido y hacer las cosas como se hacían en la época en que Carlos Pellegrini había fundado la venerable institución.
El día trágico del suceso me acuerdo que había llegado a la sucursal un camión blindado trayendo dinero desde Buenos Aires. En esa época los asaltos a los bancos eran muy esporádicos, las "salideras" no se daban, el Banco era realmente serio y respetable al menos en su apariencia. El Contador estaba nervioso, se movía de un lado a otro, daba órdenes, agitaba su manojo de llaves del tesoro y de otros escritorios, sudaba copiosamente. Para colmo, alguien se atrevió a sacar del depósito una almohadilla de sellos sin saber que otro empleado había retirado una similar. Eso dio motivos para que estallara en una furia tremenda al decir que nadie cuidaba los bienes de la "institución", que derrochaban el material, etc. Fue levantando cada vez más la voz, su agitación era ya incontenible y los otros empleados no sabían como calmarlo. De repente, en medio de la furia que lo acosaba cayó sobre el escritorio con fuertes convulsiones.
Los empleados corrimos a auxiliarle, pero ya nada se pudo hacer. Parecía que algo se había reventado en su cuerpo, ya fuera una arteria producto de un infarto cerebral o algo similar. Rápidamente se llamó a la Clínica para su asistencia, pero llegó en estado de coma y a los pocos minutos murió.
Por supuesto, la situación nos conmovió a todos los presentes. Pero lo realmente penoso, además de la muerte de este hombre, fue que uno de los jefes levantó del suelo el manojo de llaves que pocos minutos antes estaba en sus manos y mirándonos a todos con una voz impersonal nos dijo que dado que el señor Contador había fallecido y que la "institución" debía continuar con sus operaciones habituales, se entornarían las puertas de entrada por un rato y que cada uno continuara con sus tareas, que al finalizar el horario de banco irían al velorio y posteriormente al entierro.
Una vida se había tronchado, pero el banco debía seguir en su funcionamiento habitual. Eso fue lo que me decidió a presentar, al poco tiempo de ocurrido este desgraciado suceso, mi renuncia a la "institución". Pero la historia, no concluye alli, habian pasado unos dias desde esto, y se comenzò a oir ruidos de llaveros inexistentes, voces como "nadie cuida el banco como yo" en horas de la madrugada....lo cual causo otra tragedia, Rogelio Perez, un sereno, tambièn fue victima de estas alucinaciones por el fenicimiento del Sr Contador.Perez sufria de diarrea cronica, y cada vez que oia un llavero, afectado por sus noches en vela, se desgraciaba en todo momento y lugar.
Las historias de aparecidos nunca me habian resultado veridicas, cosa de campo, "pamplinas" decian los conservadores. Por ello, don Heriberto Arraguaya y Lascajeta un imponente vasco y estanciero solteron, -tenia muchos "sobrinos" que lo visitaban por las noches- decidio quedarse una noche ....en el banco....
Dicen que quienes lo vieron al dia siguiente no salian de su asombro, sostenia Heriberto Arraguaya y Lascajeta "que el anima del contador" lo habia transformado en mujer, y por tanto un vasco peludo de un metro noventa y cabello ruliento salio vestido de mujer en la decada de 1930 del banco nacion suc 25 de Mayo F.N.G.B.
Un detalle, es que nunca mas se gritò "urquiza" para volvese por sobre una chica bonita, sino "contador" y sostienen muchas chicas que han sentido como se las toqueteaba medibachas mediante. Algunos atribuyen el toqueteo al espiritu del contador, o algun "avivato" en la cola de espera del banco que para amenizar la espera le rozaba la nalga por debajo de la pollera a alguna muchacha.
Cosas de pueblo.
Hay quienes han tejido tambien tragedias personales con trabajar en esa sucursal, por ej un tirador profesional erro en una competencia y quedò frustrado como bancario de por vida, un empleado muy dotado, no pudo tener hijos porque haciendo exhibiciòn de su masculinidad se golpeò el organo contra un clavo y quedò impedido.
Una empleada bancaria muy bonita decidiò hacerle una chanza a Gonzales, un empleado feucho, para burlarse de el, y lo invitò a tomar "te en la ideal" la cita funcionò y habian convenido con un grupo de amigas esperar en la casa de la empleada agraciada para burlarse de Gonzales. Pero gonzales llevo a la empleada a su auto entrada la noche y la empleada sufriò un desmayo y Gonzales interpretò esto como una "entrega" completa.
La empleada quedò embarazada y tuvo que casarse -las reglas de rigor de la epoca y etica lo exigian- ella una escultural rubia estilo Isabel Sarli, el lo mas similar a un enano de circo pero ademas muy feo y de muy mal caracter y toqueton -suponieron que era el quien tocaba colas en las colas y no algun atribuible espiritu en pena algunao, disimulando su baja estatura- la empleada tuvo quintillizos, con solo 19 años, y truncando su futuro ya que ningun contador, doctor o estanciero queria una mujer que tenia asuntos con un enano feo y mal llevado, con cinco niños identicos al padre, yuna mujer avejentada prematuramente, la tragedia continua, ella se suicidò, cortandose las venas con un fajo de billetes de peso ley moneda nacional.
El, Gonzales, no pudo superar la tragedia, y recomponerse de la perdida, con el subsidio que el banco le diò, se hizo magnate, y playboy. Nunca mas trabajò en el banco.
Fue el fundador del primer banco privado, "banco chico" dedicado a afines, petisoso, retacones y empleados de circo.
dudo muchoq ue chies haya escrito eso ultimo en letra clarita.....che
ResponderBorrarla forma de escribir es de daniel balanche
ResponderBorrarno soy yo.
ResponderBorrarDaniel Balanche.
Hola, muy interesante el post, muchos saludos desde Colombia!
ResponderBorrarMuy buen post, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)
ResponderBorrarMuy buen post, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)
ResponderBorrarMuchos saludos, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!
ResponderBorrarMuchos saludos, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!
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