Mosca potencia las divisiones de Cambiemos en 25 de Mayo
Dos de los responsables de la derrota del Frente en ese distrito, accederían a cargos de la mano del diputado y armador seccional del Pro. La nula relación con la UCR y la Coalición, podría tener pésimas consecuencias electorales.
Dieciséis años gobernó 25 de Mayo el radicalismo, en diferentes coaliciones, y se debió a que a sus méritos se sumó un factor decisivo: la división constante de los frentes de extracción justicialista.
En las últimas elecciones, uniéndose tras la interna de cuatro listas, triunfó el Frente para la Victoria. Así, una vez más, el distrito optaba por una fuerza diferente a la que gobernaría la Provincia y el país.
El año próximo, otra vez, la ciudadanía irá a las urnas, para un comicio legislativo, que en 25 de Mayo elegirá ocho concejales, tres consejeros escolares y senadores por la séptima sección, en la que hace tiempo no hay postulados del distrito mientras otros de igual o menor densidad demográfica, como Saladillo, vienen manteniendo tres diputados de distintas fuerzas.
Aunque hoy los esfuerzos de funcionarios a todo nivel están centrados en gobernar, los políticos de “profesión” siempre están pensando en lo por venir y tejiendo alianzas.
Cambiemos, que confiando en una buena administración nacional y provincial aspira a sumar concejales y legisladores, parece querer ampliar el acuerdo con la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica y recluta dirigentes. Privilegia que comulguen con las ideas, pero la ideología no parece ser un impedimento.
En la Séptima, el “armador” es el diputado bolivarense Manuel Mosca, uno de los hombres de confianza de la gobernadora María Eugenia Vidal. Por su accionar Nicolás Lasa recalaría en el Pami, y Diego Canullán en la jefatura de Anses.
Lasa, que fuera concejal del Frente para la Victoria y luego militara con Felipe Solá, apareció en el Pro por “el dedo” superior, desmembrando el armado que muchos fieles seguidores de Mauricio Macri venían realizando durante años, cuando el ahora presidente lejos estaba de ese cargo.
Fue tercero en la elección interna, detrás de la ex mandataria María Victoria Borrego y el triunfador Martín Torre, y días antes del comicio hizo declaraciones en contra del can-didato radical.
Imposible saber cuántos votos le hizo perder a Cambiemos, pero todo indica que su accionar influyó negativamente en un comicio en el que ese Frente perdió por escaso margen con el FpV.
Tras las generales de octubre, por sus palabras y sus procederes, no sólo desde la Coalición Cívica y la UCR le cortaron el diálogo, sino que ni siquiera lo saludan, como quedó de manifiesto en ocasión de la visita de los legisladores de Cambiemos a la Escuela Especial de 25 de Mayo. Lo cierto es que Mosca le entregaría un cargo.
Canullán, concejal radical hasta que emigró al Frente Renovador de la mano de José Eseverri, que al poco tiempo regresó al Frente para la Victoria y terminó perdiendo la intendencia de Olavarría, podría asumir la jefatura de la oficina de Anses.
Los poco más de mil votos obtenidos en las elecciones de las que participó por un frente local, fueron determinantes para la derrota de Cambiemos, más allá que -imposible negarlo- también influyó la mala relación de Torre y Borrego, y los errores en la campaña del sector del candidato radical. Ahora, también de la mano de Mosca según trascendió, tendrá un “pago” anticipado por sumarse al Pro.
Con Lasa y Canullán el armador seccional puede sumar futuros sufragios, pero también perder muchos. En principio, porque en una probable interna de ambos contra la estructura de la UCR y el sector liderado por Borrego difícilmente puedan ganar, y segundo porque unir a todos es improbable, por no afirmar que será imposible. Incluso, ni siquiera hay mucho diálogo entre Lasa y Canullán.
Con todo, la estrategia de Cambiemos aparece desacertada, pues ni siquiera la apetencia de muchos por un cargo alcanzará para lograr mezclar agua y aceite, pese a que en política todo puede ser.
El pronóstico de la movida del Pro de cara al futuro es reservado, aunque la “historia” muestra que lo más probable es que las marcadas divisiones -más allá de lo que acontezca a nivel provincial y nacional- ayuden a seguras derrotas, como le sucedió al peronismo veinticinqueño durante una década y media. Porque cuando hay diferencias personales irreconciliables, ni siquiera en la voraz política la “mosca” puede ser una solución.