Suena protocolar, frio, nada artístico, más cuando la intención es hacer cine para la gente. Y el público brilla por la ausencia, y, solo a la muestra van los empleados del municipio y los interesados. El resto del pueblo guarda el silencio autista que los (nos) caracteriza. Estamos preparados para las versiones cinematográficas de cualquier pretexto, incluido los entuertos políticos...
Aún así, le resulta a la gente indiferente. Por ahí hace falta un sorteo al estilo Abel gallego, a los que estamos mal acostumbrados y logramos algo, o no.
Ojalá en el próximo festival de cortos exista un acercamiento mas estrecho entre el cine y la gente, por ahí si, por ahí no.
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