Juan que reia. 1975.

Año 1975. Con libro de Oscár Viale, actuaciones de Luis Brandoni, Dringue Farias, Ana Maria Campoy, Luisina Brando, se estrena "Juan que reia" -una perla del cine Argento, como lo es "Gente en Buenos Aires" -con Irene Morack Landeck, Adrian Ghido, Arturo Maly, Luis Brandoni, y que, aún no subió nadie a You tube, con lo cual no podemos compartirla.
No obstante, "Juan que reia" una comedia Dramatica de 1975 si está disponible, y que le propio Brandoni, recuerda de la siguiente manera en esta nota.
Entrevistador:-"Juan que reía",¿qué recuerdos quisiera compartir acerca de esa comedia notable?
L.B -Muy lindos recuerdos, porque es una película muy linda. Yo creo que el libro tiene escenas antológicas. En el comienzo, ese asado a la vera de la ruta donde el idiota que interpreto lleva a la esposa y a un matrimonio amigo a ver turismo de carretera…
Entrevistador; O esa otra escena donde los personajes suyo y de Viale van a ver morir al compañero que correteaba en una zona apetecida por ambos. Personajes tan siniestros y a la vez, entrañables.
L.b: Sí, extraordinario. Yo creo que la película abandona a la pareja central y se ocupan de los suegros, pero de todos modos, queda claro el sentido del mensaje que relata: cómo es posible que un hombre joven, con ambiciones, con ganas de tener éxito, destruya todo detrás de la obsesión de encontrar el autito de mierda que le robaron. En ese sentido es ejemplar la película. Hay escenas, como ésa en la que salimos a buscar el Citröen con el gordo Viale, la visita patética de Juan a un negocio calle Warnes, donde lo cagan a patadas, que son notables desde el guión.
E: Paliza que se liga a manos de Cacho Espíndola y Rudy Chernikoff...
L.b: Es fantástico. Es una película preciosa, muy bien hecha, de una esencia profundamente argentina. Sólo un argentino puede quedarse sentado en el inodoro desolado porque le robaron el auto, habiendo dejado de pagar el seguro para ahorrarse unos mangos. La idiosincrasia de cierta Argentina profunda, sensible y poco seria. De qué manera ese imbécil destruye su vida, pierde a la esposa e involuntariamente, le permite al suegro (el viejo Benito) salirse con la suya, porque hasta al viejo entrega Juan.
Que muere diciendo: "gracias Juan, gracias Juan", a ese yerno que despreciaba y que, de una manera tan impensada,le dio la excusa para matarse, luego de tantos intentos fallidos. Hay una contraposición muy clara entre esos dos personajes: Benito quiere morirse por las mismas razones que Juan reivindica.
Cuando Juan le cuenta con cierto entusiasmo acerca de cómo le van las cosas, a Benito le repugna como ese hijo de puta puede haberse casado con su hija. Nadie comprende las razones que Benito tiene para haberse decidido suicidarse.
E: Infiero que Viale, más allá del drama familiar que relata, pone en los personajes el temor ante lo que se vivía y la inminencia del desastre colectivo.
Benito parece que teme a algo que trasciende al círculo familiar, la esposa quinielera se queja por el poco trabajo que tenía, porque le gente ya no soñaba.
L.b Es así. El texto de Viale es excelente, de una ternura propia de él. Un autor que fue perseguido, marginado por ocuparse de temáticas simples, sencillas. Por haber sido un autor popular. Yo tuve el privilegio de haber trabajado con él y haber actuado en obras escritas por él, como "Chúmbale", que dice tanto de la desesperación de los seres simples.
A propósito de la filmación de "Juan que reía", le cuento una anécdota que habla de la soberbia de los técnicos del cine. Durante las filmaciones suele reunirse el equipo técnico para repasar lo filmado en el día o en la semana y elegir "la toma ganadora", que finalmente sería montada al final del rodaje. Yo nunca fui amigo de participar en esas sesiones, pero Galettini me insistió para que viera la que sería la última escena de la película, que había sido pensada de la siguiente manera: cuando la esposa de Juan lo echaba del velorio de su padre, éste salía de la casa velatoria y miraba a la cámara, como compartiendo con el espectador su infinita idiotez. Ocurrió que le destaqué al director de fotografía que no se veía mi cara, que estaba muy oscura y no se entendería ese final y me dijo con aire sobrador: "no te preocupés, que se va a entender". No conforme, se lo comenté a Galettini, le dije: "Carlitos, no se ve un carajo" y también me tranquilizó, diciéndome que se entendería. Y, ¿qué pasó?: ¡no logra verse mi cara mirando a cámara por la oscuridad de la toma! pero al final quedó como quedó".