Los atardeceres se pintan con colores que en otros lugares yo por lo menos no vi

Nosotros no le creiamos, -los muchachos sabiamos que los de la otra cuadra eran unos putos, y sinó la vocación la tenian-, Nosotros eramos dueños junto con el enano, el rengo, el cuatro ojos, el pelotudo, el hermano, y el primito de los mellizos que eran amigos del cuatro hojos, por imperio, toda una media manzana por entonces, deshabitada con solo una vivienda en ruinas, y espacio gigantesco para hacer willys in bicicleta, jugar a la pelota, e imaginar que alli llevariamos a nuestras prometidas, a las que prometiamos, les hariamos de todo como en esas peliculas pornos tan modernas por aquel entonces en donde todo era aparentemente tan sencillo como tocar un timbre y entregar una pizza.
Las chicas, por aquel entonces, eran algo asi como un universo al cual habia que abordar mintiendo, encantando, bromeando, con un solo y claro objetivo, el mismo que el de una conquista interconinental, clavar bandera, de mas está decir que nadie andaba con un estandarte patrio, pero si estabamos en favorables condiciones de izar no una bandera pero por lo menos un pañuelo tipo de bolsillo en nuestro estandarte de carne.
Mientras los milicos se pasaban entre ellos los saqueos y las locas vedettes y artistas entre represión y la muchachada de mas de 16 bailaban los discos de moda, aprendiamos que "buena" que estaba tal o cual, y en una ocasion, en la puerta de Miau, fue con una pollera tan cortita,que se le veian "todas las piernas", y pobre el manco, si se emocionaba y se acalambraba tenia que esperar para sacarse "la bronca" de encima.
Siempre habia un almacenero al cual afanarle algunos caramelos, y por las tardes de verano en la siesta sentarnos como unos idiotas en alguna esquina a mirar pasar las chicas que se iban a la pileta de algun club, imaginando, que debajo de sus ropas, el traje de baño estaba ahi, como objeto impudico que exibia cuanto mucho, un menguante cuarto de nalga del trasero de aquellas señoritas, damicelas, hoy mujeres, madres, y otras consuetudinarias y consagradas frustradas o reventadas en cualquiera, que por aquel entonces, nos negaban aquello que hoy regalan a cualquiera.
Habia en el barrio una chica tan linda, pero tan inteligente, que nos asustaba.
No temia mirarte a los ojos, incluso daba la impresión que nos tenia mezcla de piedad y asco.
Por aquel entonces, los pendejos eran unos pelotudos, hoy son unos zarpaditos, todos sabiamos que a tal o cual le amasaba la baraja en el auto al viejo tal, y ansiabamos con tener un auto, o que nuestros padres nos prestaran el de ellos para si poder acceder a esa veneridad que nos consumia en expectativas y en pajas como una cancion de cumbia, viviamos pensando en el culo, respirabamos por el culo, el culo era la razón para hablar de amor, al culo claro, e incluso ducharse, perfumarse, y ponerse ropa limpia.
De los primeros bailes y encuentros de negociación con el sexo opuesto que por aquel entonces ya miraba con antojo el paquete de galletitas como nosotros el pan dulce y no solo los fines de año, se daban los primeros "arrumacos". Fruto de tanta falsedad, ideas equivocadas, cosas prohibidas, y antojos reprimidos, charla con una chica, era suficiente energia para ir a la luna y quedarte ahi arriba por lo menos hasta el otro dia, cuando lo primero que le contabas a la "barra" de pelotudos que se decian tus amigos y vuelta, "che hablé como dos horas con tal".
-Noooooo!!!!
Hoy por hoy cuando cojerte una pendejita o que te lachupe por cinco o diez pesos está al alcance de cualquier invertebrado mental, en donde el sexo como oferta de placer no necesariamente es una oferta ni un placer, considero volver a ese barrio, y a esos momentos, que, no están muertos, ni son solo recuerdos.
Decia un poeta que la muerte es consolidar en un momento una eternidad en el lugar que mas te gusta.
Alli, y en los recuerdos, sospechamos, un beso puede durar siglos.