así como las características que se les atribuyen: poderes mágicos,
gatos negros que las acompañan, verrugas, escobas voladoras,
grandes calderos... y hasta oscuros pactos con el Diablo. Se las
sabe amigas de la luna y de la noche y representan, en su mayoría,
la maldad y la oscuridad, en contraposición con la luz o lo luminoso.
Ayer mismo, sin saber por qué, me puse a pensar qué cuál sería exáctamente
el origen del mito de las escobas voladoras. Es decir ¿Por qué se les
atribuye a las brujas la capacidad de volar en escoba? Comencé a buscar
información, y fíjense lo que encontré (aunque quizás ya lo sepan):
Algunos autores afirman que los vuelos en escoba eran fantasías imaginadas por
las brujas (mujeres jóvenes quizás hartas de prestar obediencia al señor feudal,
y al señor cura, y de ser esclavas del esposo) para llamar la atención.
Iban caminando a la cita del bosque, donde comían y bebían lejos del esposo y
bajo el influjo del alcohol se creían liberadas de prejuicios y se dedicaban a
gozar de los placeres del amor.
En opinión de otros autores, sucedía que las jóvenes pasaban por el cuerpo un
ungüento a base de belladona, beleño, opio y otros elementos fáciles de conseguir,
que producía efectos sorprendentes. Nadie sabe quien inventó este ungüento pero
es posible que viniera transmitiéndose la receta desde la antigüedad, cuando pueblos
como el griego, el romano, el celta y otros practicaban ceremonias sagradas en el
curso de las cuales creían entrar en contacto con los dioses.
El ungüento, una vez aplicado sobre la piel, pasaba a la corriente sanguínea y
producía alucinaciones, como vuelos a bordo de una escoba.
No nos olvidemos que la escoba era el elemento que tenían más a mano y el volar
podría representar la necesidad de escapar y liberarse.
Estas visiones eran acompañadas por delirios eróticos, semejantes a los que
experimenta en la actualidad quien toma LSD o fuma marihuana. Es decir, que las
fantasías se convertirían en algo real para quienes la vivían.
En Grandes Temas de lo Oculto y de Insólito, de Tomás Doreste, cuentan que
"un juez llamado Johann Nider, que vivió en la Alemania del año 1435, debió
intuir esta propiedad de las drogas. Fue un hombre sensato, nada ávido de sangre,

practicar la brujería mejor harían en regresar a casa y hacer las paces con el esposo".
"Untó el cuerpo de una mujer con el famoso ungüento y esperó a ver cual sería su reacción.
El cuerpo femenino comenzó a retorcerse, mientras brotaban extrañas palabras de la boca.
La oyeron expresarse como si volara en el espacio, hasta llegar al aquelarre. El juez
comisionó a dos guardias para que se desplazasen al lugar indicado por la supuesta bruja.
Regresaron diciendo que el bosque estaba desierto y oscuro. Mientras tanto, la mujer se
agitó con fuerza, como si estuviera danzando, y se golpeó la cabeza contra el muro".
"Al despertar declaró que había estado en una reunión sabática y que el Diablo la golpeó,
en un arrebato de furia erótica. El juez Nider ordenó poner en libertad a la mujer y
debió hacer algunos comentarios con sus amistades acerca de las tonterías que suceden en el mundo".
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