Estuve a su lado desde la instigación ideológica de hacer ese periódico, el cual muchos opinaban que era de índole electoralista y que luego iba a desaparecer en las brumas de los meses.
No compartíamos ni comparto en la actualidad el total de la línea editorial del mismo, pero se atrevió a darle otra mirada a las noticias, ironía y unas gotas de humor.
El costo del diario a través de estos años había subido, Varela como director y responsable no veía conveniente aplicar esos aumentos al semanario. El papel Prensa, monopolizado por un grupo que lo orquesta el grupo clarin y miembros del consorcio ADEPA, habian ante la guerra política con el estado nacional, tomado recaudos económicos haciendo subir enormemente el precio de la materia prima: el papel. No nos olvidemos que al subir el papel, también subían los costos de impresión.
Entonces Varela estaba en una disyuntiva, un diario caro o buscar otra solución. Bajar los brazos y dejar de sacarlo era como darle la batalla ganada a quienes siempre despotricamos; para que hagan sobre las cenizas de las ediciones del semanario su fiesta.
Puso lo que hay que poner en el momento justo. Fue su idea y su decisión: comprarse una impresora industrial para editar el diario. No depender del papel prensa ni de la disponibilidad del taller grafico ni los aumentos desmedidos de la materia prima, ni nada.
Salio la primera edición con tapa color, papel blanco de 70 gramos, en hoja A3 plus para el que conoce algo de gráfica. No soy socio, ni dueño del Semanario, solo un simpatizante; mas ahora que Varela ha demostrado que se puede, atreverse es poder y estoy muy orgulloso de identificarme de este lado de la vereda, en esta travesura gráfica.
A todo el pueblo Veintinqueño: Salud!
Varela lo escucho todas las mañanas, tengo un vecino que pone la radio a todo lo que dà.
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